Capacidad Cardiovascular y el Bombero

Los bomberos enfrentan en el trabajo el riesgo de morir a causa de afecciones cardiovasculares que pueden prevenirse. La muerte cardiaca repentina es la causa más común de muertes entre los bomberos. Las arteriopatías coronarias entre los bomberos se deben a una combinación de factores personales y del lugar de trabajo. Los factores personales son bien…

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Los bomberos enfrentan en el trabajo el riesgo de morir a causa de afecciones cardiovasculares que pueden prevenirse. La muerte cardiaca repentina es la causa más común de muertes entre los bomberos.

Las arteriopatías coronarias entre los bomberos se deben a una combinación de factores personales y del lugar de trabajo. Los factores personales son bien conocidos: edad, sexo, antecedentes familiares, diabetes, hipertensión, tabaquismo, colesterol alto, obesidad y falta de actividad física.

El humo de un incendio es una mezcla compleja de gases, vapores y partículas calientes. La composición del humo se determina no solo por el combustible del incendio, sino también por las condiciones que presenta el fuego (p. ej., la disponibilidad de oxígeno, la temperatura, etc.). Aunque se encuentran cientos de productos de descomposición, dos de los gases más comunes y conocidos que tienen efectos cardiovasculares son el monóxido de carbono y el cianuro de hidrógeno.

Monóxido de Carbono: un derivado de la combustión incompleta, está presente en prácticamente todos los ambientes de incendio. Algunos estudios han cuantificado la exposición de un bombero durante varias fases de la extinción de un incendio. Se han documentado altas concentraciones de monóxido de carbono no solo durante la extinción, sino también durante la revisión que es cuando los bomberos a menudo se quitan los equipos de respiración autónoma (ERA). Si se inhala, el monóxido de carbono interrumpe el transporte de oxígeno por la sangre y su uso intracelular [Ernst 1998]. Esta hipoxia resultante puede causar lesiones miocárdicas.

Cianuro de Hidrógeno: se forma en combustiones incompletas de sustancias que contienen carbono y nitrógeno (p. ej., papel, algodón, lana, seda, plásticos, etc.). El cianuro de hidrógeno ha sido detectado con frecuencia en incendios estructurales y sus niveles exceden los límites de exposición establecidos. Al igual que el monóxido de carbono, el cianuro de hidrógeno interrumpe el uso intracelular del oxígeno lo que causa hipoxia intracelular, con manifestaciones cardiacas.

Materia Particulada: los bomberos tienen una gran exposición a materia particulada del humo de un incendio durante la extinción. Estudios hechos en la población general parecen indicar que la materia particulada, como componente de la contaminación del aire, tiene efectos cardiovasculares. Por ejemplo, la reiterada y prolongada exposición a concentraciones elevadas de materia particulada ha sido asociada con la mortalidad cardiovascular, y el comienzo y evolución de la ateroesclerosis. Además, la exposición corta a partículas finas ha sido asociada con el desencadenamiento de ataques cardiacos, en particular entre personas con enfermedades cardiacas prexistentes. Estas conclusiones tienen implicaciones para el cuerpo de bomberos dada la exposición de sus miembros a la materia particulada del humo de incendios.

Efectos Cardiacos y Cardiovasculares asociados con el entorno de trabajo

Aumento de frecuencia cardiaca y esfuerzo físico intenso. Los bomberos pasan una parte importante de la jornada laboral descansando o haciendo trabajos livianos en la estación. Sin embargo, la alarma puede sonar en cualquier momento y se espera que los bomberos se trasladen rápidamente al lugar del incidente. Los bomberos reaccionan a estas llamadas de emergencia con un aumento de la frecuencia cardiaca debido, probablemente, a un alza repentina en la actividad del sistema nervioso simpático (p. ej., la respuesta de huida o lucha). A menudo, el aumento de la frecuencia cardiaca persiste a través de las actividades de extinción de incendios. Se trata de un hallazgo que no sorprende dado el gran esfuerzo físico que demanda combatir un incendio estructural. Se sospecha que el patrón de periodos sedentarios interrumpidos por aumentos repentinos de catecolaminas y esfuerzos físicos intensos pone a los bomberos en un riesgo mayor de ataques cardiacos agudos. Estudios epidemiológicos hechos en la población general muestran que a veces un esfuerzo físico intenso precede y desencadena inmediatamente el comienzo de los ataques cardiacos agudos y la muerte cardiaca repentina.

Estrés causado por el calor. El estrés y las enfermedades causadas por el calor son peligros reconocidos del combate contra los incendios. La extinción de incendios puede elevar la temperatura corporal produciendo transpiración y pérdida de líquidos, lo cual puede causar cambios de electrolitos en suero, menor volumen sistólico (el volumen de sangre impulsado durante cada contracción del corazón), o menor gasto cardiaco. Se ha reportado que el golpe de calor aumenta el riesgo de isquemia miocárdica, arritmias y alteraciones de la conducción cardiaca.

Exposición al ruido. Las exposiciones al ruido que enfrentan los bomberos son obvias: sirenas, bocinas de aire, motores diésel y el rugido propio del incendio de una gran estructura. Durante operaciones de emergencia, se han medido niveles de ruido que superan los 120 decibelios. Estudios en grupos comunitarios y ocupacionales encontraron una asociación entre la exposición al ruido y la hipertensión, y posiblemente un vínculo con la enfermedad cardiaca isquémica. Es importante resaltar que la exposición de los bomberos a los ruidos (de corta duración, alta intensidad) difiere de aquella estudiada en los grupos comunitarios y otros grupos ocupacionales [baja intensidad durante más tiempo (p. ej., en un turno completo)]. Sin embargo, dada la magnitud de la pérdida auditiva causada por el ruido que se ha detectado en los bomberos es posible que la exposición a ruidos incremente el riesgo de hipertensión y, posiblemente, la enfermedad cardiaca isquémica entre ellos.

Turnos de trabajo y horas extras. Varios estudios parecen indicar una asociación pequeña entre turnos rotativos (p. ej., trabajar una semana de día, una semana por la tarde, una semana por la noche, con fines de semana libres) y las enfermedades cardiacas. Debido a que la mayoría de los departamentos de bomberos profesionales funciona en turnos de 24 horas y los voluntarios no cumplen ningún turno, es posible que esta conclusión tenga una utilidad limitada en el cuerpo de bomberos. Un turno de 24 horas, sin embargo, es largo, estresante y agotador. Las publicaciones también parecen indicar que las jornadas largas pueden aumentar la presión arterial y llevar a más enfermedades cardiacas independientemente de otras condiciones estresantes en el trabajo.

Humo de tabaco en el ambiente. En el 2006, la Dirección General de Salud Pública confirmó una relación causal entre la exposición al humo de segunda mano y mayores riesgos de morbilidad y mortalidad por enfermedades coronarias. Se calcula que cada año en los Estados Unidos ocurren 46,000 muertes cardiacas debido al humo de segunda mano. Dado que no se prohíbe fumar en todas las estaciones de bomberos, la exposición involuntaria al humo del tabaco sigue siendo un riesgo cardiovascular para los bomberos.

El combate de incendios y las enfermedades cardiacas

Más de 25 estudios publicados investigaron la relación entre las enfermedades cardiacas y el combate de incendios. Sus resultados son contradictorios (p. ej., algunos estudios apoyan la asociación, mientras que otros no). En 1995, Guidotti publicó una revisión de las publicaciones sobre la mortalidad entre los bomberos donde concluyó que “es probable que la muerte repentina, el infarto de miocardio o la arritmia mortal que ocurren durante o poco después de enfrentar el nivel casi máximo de estrés laboral estén relacionados con el [trabajo]…» [Guidotti 1995]. Es importante reconocer, sin embargo, las limitaciones del método científico utilizado en estos estudios. La principal preocupación es un problema conocido como el efecto del trabajador sano (ETS) [Choi 1992]. Este problema surge porque la población bomberil por lo general es seleccionada de tal manera que tiene una salud mejor (que corresponde a una tasa de mortalidad menor) que la población general con la que se compara a los trabajadores. Por ejemplo, antes de ser seleccionados, los aspirantes a bombero son sometidos a pruebas de detección de numerosas afecciones cardiovasculares y factores de riesgo (p. ej., diabetes e hipertensión). Esto conduce a un fuerte efecto de juramento de personas sanas, un componente del ETS [Arrighi 1994]. En el 2000, Choi reevaluó 23 estudios sobre el índice de mortalidad estandarizada al abordar la relación entre el combate de incendios y las enfermedades cardiacas después de tener en cuenta el ETS. Choi concluyó que “(1) hay evidencia sólida sobre un aumento del riesgo de muerte en general a causa de enfermedades cardiacas entre los bomberos; (…) (3) no hay evidencia suficiente, incluso después de considerar el ETS, que apoye una relación entre el combate de incendios y cualquier subtipo de enfermedades cardiacas, tales como el infarto agudo de miocardio» [Choi 2000].

Algunos Casos

Bombero voluntario sufre muerte cardiaca repentina durante un rescate en una zanja

Un bombero voluntario de 47 años, de sexo masculino, se desmayó luego de realizar una actividad física agotadora durante un rescate en una zanja. A pesar de que los miembros de la cuadrilla, el personal del servicio de ambulancias y de la sala de emergencias del hospital administraron reanimación cardiopulmonar (RCP) y reanimación cardiopulmonar avanzada (RCPA), el bombero murió. El certificado de defunción, emitido por el médico personal del bombero, estableció el infarto agudo de miocardio —comúnmente conocido como ataque cardiaco— como la causa inmediata de la muerte. Los resultados de la autopsia correspondiente incluyeron la presencia de una trombosis (coágulo de sangre) en una de sus arterias coronarias, ateroesclerosis coronaria (placas) y fibrosis que concuerda con ataques cardiacos previos. Antes de su muerte, el bombero no tenía enfermedades cardiacas conocidas, aunque presentaba muchos factores de riesgo de ateroesclerosis coronaria (CAD, por sus siglas en inglés). Estos incluyen sexo masculino, mayor de 45 años, presión arterial alta (hipertensión), colesterol alto, diabetes (no dependiente de insulina), antecedentes de fumador y falta de actividad física. El médico de atención primaria del bombero o no estaba al tanto de la actividad de su paciente como voluntario o no tenía conocimiento de las directrices publicadas sobre la autorización médica para que un bombero trabaje. Si se hubiesen seguido las directrices actuales, estos factores de riesgo de CAD habrían sido identificados en el programa de chequeos médicos del departamento de bomberos y se habría realizado una prueba de esfuerzo. Este departamento de bomberos voluntarios, sin embargo, no exigía chequeos ni autorizaciones médicas a sus miembros.

Bombero profesional sufre muerte cardiaca repentina y fallece durante un simulacro de incendio para capacitación [NIOSH 2003]

El 10 de abril del 2002, un capitán profesional de 56 años, de sexo masculino, acarreó paletas y paja para comenzar un simulacro de incendio para capacitación en un edificio de departamentos de dos pisos. Cada una de las paletas pesaba cerca de 12 kilos y cada fardo de paja pesaba 25 kilos. Luego de colocar los materiales en sus lugares correspondientes, el capitán (vestido con el equipo estructural completo y respirando aire a través de un ERA) terminó de prender el fuego para el simulacro de incendio y salió del edificio. Poco después de quitarse el ERA, se desmayó. A pesar de que le administraron RCP y RCPA, el capitán falleció. La autopsia estableció la causa de la muerte como probable arritmia cardiaca secundaria a enfermedad cardiaca isquémica causada por ateroesclerosis coronaria grave. El capitán tenía los siguientes factores de riesgo de CAD: sexo masculino, mayor de 45 años, antecedentes familiares de CAD, colesterol elevado, falta de actividad física y obesidad leve. Dos meses antes de su muerte, el capitán se sometió al chequeo físico anual realizado por un consultorio contratado por el departamento de bomberos. El examen incluyó una ergometría o prueba de esfuerzo en bicicleta en la cual el capitán duró 5 minutos y alcanzó el 81 % de su frecuencia cardiaca máxima, una capacidad aeróbica de 27.4 mililitros por kilogramo por minuto (mL/kg/min) o 7.8 equivalentes metabólicos (METS, por sus siglas en inglés). El electrocardiograma de 12 derivaciones que se realizó durante la prueba no reveló cambios en el flujo sanguíneo al músculo del corazón (isquemia) y el capitán recibió autorización para hacer todas sus actividades laborales.

Este departamento de bomberos exigía que sus miembros se hicieran un chequeo médico anual, pero el programa de acondicionamiento físico era voluntario. El capitán era uno de los muchos bomberos que no participaban del mismo. Según los resultados de la prueba de esfuerzo en bicicleta, la capacidad del capitán para hacer ejercicios estaba por debajo de la que habitualmente se necesita para realizar las funciones esenciales del combate de incendios estructurales. La capacidad aeróbica relativamente baja del capitán no solo tenía implicaciones laborales, sino que también aumentaba su riesgo de sufrir muerte cardiaca repentina.

Programas de acondicionamiento físico y bienestar

Cincuenta y uno (39 %) de los 131 departamentos de bomberos donde NIOSH investigó una muerte por ECV tenían programas voluntarios de acondicionamiento físico, pero solo 11 (8%) exigían participación obligatoria. Mantener el estado físico de un bombero es un asunto importante en el cuerpo de bomberos y un elemento clave para mejorar la salud en general y la del corazón en particular. Varios investigadores han revisado los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo y han sacado diferentes conclusiones en cuanto a su eficacia clínica. Aunque los componentes de estos programas en el lugar de trabajo varían según el estudio, aquellos programas que incluyen la reducción del riesgo individual para empleados de alto riesgo, en el contexto de un programa integral, parecen ser los más prometedores en cuanto a resultados clínicos positivos y costos. Las directrices establecidas por la IAFF/IAFC y la NFPA abarcan un programa integral con evaluación personalizada para todos los bomberos. Las directrices llegan hasta recomendar la rehabilitación de los bomberos que tengan una enfermedad cardiaca o factores de riesgo de CAD. La participación en estos programas de acondicionamiento físico y bienestar debería reducir la cantidad de ataques cardiacos y episodios cardiacos repentinos, tanto entre los bomberos que están en el trabajo como los que están en descanso.

Conclusiones

Los bomberos con afecciones que tienen un riesgo de incapacidad repentina representan un peligro para sí mismos, sus compañeros de trabajo y los civiles. En los chequeos médicos se pueden diagnosticar estas afecciones. El cuerpo de bomberos recomienda los chequeos médicos y la participación en programas integrales de acondicionamiento físico y bienestar para reducir la cantidad de muertes por ECV en el trabajo. Las conclusiones del Programa de Investigación y Prevención de Muertes de Bomberos de NIOSH han documentado que pocos departamentos de bomberos que han enfrentado muertes de miembros en el trabajo, relacionadas con el corazón, han implementado programas de chequeos médicos para sus miembros. Pocos han seguido las directrices publicadas acerca de las autorizaciones médicas para regresar al trabajo. Además, pocos han establecido y fomentado la participación en programas integrales de acondicionamiento físico y bienestar. Estas conclusiones de NIOSH fueron consistentes con una encuesta posterior de la USFA que reportó que el 76% de los departamentos de bomberos no tenía programas para mantener el estado físico y la salud básicos del bombero [USFA 2006]. Los obstáculos obvios para implementar estos programas son costos, asuntos de seguridad laboral y (en los departamentos de bomberos voluntarios) el mantenimiento de una cantidad fundamental de miembros. Se necesita más investigación para identificar los factores que puedan disminuir estos obstáculos y, por lo tanto, reducir la cantidad de muertes de bomberos en el trabajo por ECV.

Fuente: cdc.gov